miércoles, 27 de enero de 2010

El evento Toba

Lo que sigue a continuación es un nuevo relato para el grupo Perversiones, de Tierra de Leyendas. La buena acogida que ha tenido Perversiones: cuentos populares -de próxima publicación-, nos ha llevado a embarcarnos en un nuevo proyecto colectivo. Esta vez le ha tocado el turno a la historia. Por eso lo que estáis a punto de leer es una ucronía o historia alternativa. Un relato donde el marco del mismo ha sido alterado por un hecho del pasado que ha cambiado significativamente las condiciones del presente.

No es el relato definitivo y aún podría colocarle 1000 palabras más. Pero me ha gustado ese efecto final del último párrafo. Además me da un poco de miedo fastidiarla si explico demasiado. Como diría mi abuela: "¿Me se entiende asín?"
Por favor, dadme vuestra opinión.


EL EVENTO TOBA

El planeta entero estaba ocupado en los preparativos de la celebración del 65000 aniversario de Toba. La actividad en Ombligo del Mundo era frenética y sus calles bullían de gente. La Gran Capital se levantaba entre siete colinas y constituía el centro religioso y político de toda la civilización humana. Desde esa península en forma de bota el profeta anunció la venida de un nuevo tiempo 65 milenios atrás y de allí partieron los colonizadores en busca de la morada del Dios volcán. Y aunque pasarían decenios antes de que los primeros hombres pisaran sus laderas calcinadas y lavaran sus pies en el lago Toba que lo circunda, los regalos del dios llegaron pronto. El más valioso de ellos fue el subhombre. Actualmente en Ombligo del Mundo vivían tres de ellos por cada hombre verdadero. Los subhombres cultivaban la tierra ayudados por los arados que tiraban los perros. También cuidaban conjuntamente de los rebaños y los más dóciles ayudaban en las tareas domésticas. No eran esclavos, como los enemigos vencidos, sino más bien niños que nunca alcanzaban la madurez. A pesar de eso no dejaban de reproducirse y en algunas ocasiones su superpoblación había causado hambrunas y problemas de abastecimiento.

A Colmillo de León no se le pudo ocurrir un día menos apropiado para presentar su tesis. Para el joven estudiante de Teología aquel era un día tan bueno como cualquier otro. Desde que podía recordar, su mente nunca estuvo centrada en lo que era importante. Ni el clan ni la caza le interesaban. Ni siquiera Toba, el Dios volcán de las Antípodas que con su llamada había animado al hombre a buscar la tierra prometida, a salir del norte congelado y colonizar la Tierra. Aún no era consciente de ello pero con su exposición estaba a punto de inaugurar un nuevo tiempo.

La antropología era una disciplina tan antigua como el dios Toba y la religión que lo acompañaba. En realidad no había tal distinción, pues la Teología abarcaba todas las ramas de saber, incluida la que se ocupaba del estudio del hombre. Pero hasta entonces los teólogos nunca se habían preocupado de los subhombres y ni siquiera había un nombre que ponerle a ese campo de estudio. La creencia popular mantenía que simplemente aparecieron al mismo tiempo que el Dios volcán. Las leyendas cuentan que al principio eran solo un puñado. Que surgían de entre las cenizas que Toba esparció por toda la zona tropical del planeta. Hijos del Dios volcán, buscaban ansiosos un amo que los protegiera. A cambio servirían a los hombres utilizando los conocimientos que Toba les regaló con su nacimiento. A partir de este cuello de botella se fueron multiplicando bajo el paraguas del hombre hasta llegar a superarlo en una proporción de tres a uno. El hombre por su parte lo adoptó como la más amada de sus mascotas.

No puedo esperar ni un día más, pensaba para sí Colmillo de León. No después de lo que he descubierto. Lo que llevaba en la bolsa iba a revolucionar su mundo pero él no lo sabía. En sus viajes al soleado continente del sur había estudiado a los primates y sus descubrimientos lo habían impresionado. Nunca había sido supersticioso, pero el reciente maremoto en el mar de Toba no solo había segado las vidas de miles de lugareños. El ambiente estaba muy crispado y una revelación como aquella podía ser tomada por una herejía. Tendría que andar con cuidado, pero el entusiasmo se impuso sobre la prudencia.

El cráneo no era especialmente relevante, pero sí los instrumentos líticos que lo acompañaban. Aquel era un “Homo faber” más antiguo que los subhombres de Toba, pero morfológicamente idéntico. Era la prueba irrefutable de que el subhombre no era un regalo que Toba le había hecho al hombre. Más bien Toba era la excusa que su especie había utilizado para esclavizarlo desde hacía 65000 años. Las revelaciones no acababan ahí. Aquellas herramientas eran mucho más avanzadas que las de sus coetáneos. Y habían sido elaboradas a miles de kilómetros de distancia cuando aún no se había producido el primer contacto.

-Tonterías… -respondió su director de tesis- Los subhombres son significativamente inferiores al hombre verdadero.

-No siempre fue así –trató de defenderse Colmillo de León-. Llevan miles de años sometidos a la selección artificial. Actualmente son solo una sombra de lo que llegaron a ser.

-Mira hijo –su maestro adoptó el acostumbrado tono paternalista que lo desquiciaba-. Solo un puñado de subhombres son capaces de leer. Y solo excepcionalmente hay alguno que aprende a escribir. Sin la ayuda del profeta, habrían muerto de hambre y sed en las mismísimas laderas del Dios volcán.

-Pero es que este cráneo nunca salió del continente soleado –Colmillo de León no pudo evitar alzar la voz-. ¿Es que no lo entiende? Este subhombre vivió cientos de años antes del evento Toba…

-Tenga cuidado… -el rostro del director se ensombreció y sus gruesas y protuberantes cejas se espesaron aún más- Está usted coqueteando con una herejía.

-No es una herejía. Es la verdad. Toba no es más que un volcán… Una montaña de fuego como cualquier otra. Sin embargo este cráneo… -sujetó con ternura aquella calavera de rasgos suaves pero inquietantemente humana- es un hecho.

-No puedo aceptar su trabajo sin consultar antes con los colegas de departamento –la enorme nariz del director dejó escapar un bufido-. Pero créame. Si sus afirmaciones son ciertas, puede estar seguro de que contará con nuestro apoyo.

La única copia de su manuscrito y todas las pruebas fósiles que había logrado reunir permanecieron bajo la custodia del Instituto. Esa tarde volvió a su apartamento. Agotado por la tensión del momento Colmillo de León no tardó en caer en un sueño profundo. Su asistente, uno de los pocos subhombres que podía leer y escribir, lo cubrió con una fina manta. Lo había ayudado a terminar a tiempo la copia que entregó al director y en el proceso hizo algo más que reproducir los pensamientos de su amo.

***
Un año después, cuando los últimos restos de Colmillo de León aún humeaban en el patíbulo, miles de copias de su obra circulaban clandestinamente por las calles de Ombligo del Mundo. Los subhombres se las leían los unos a los otros, socavando de este modo los cimientos de la civilización que había condenado a la hoguera a su primer científico. Su estudio basado en los hechos se convirtió para ellos en una religión de liberación. Ya no eran esclavos ni niños. Su lectura los había revelado como lo que realmente eran: hombres sabios, homo sapiens.