sábado, 28 de marzo de 2009

Noches breves.

No había vuelto a ver a Patricia desde que era un adolescente. Preguntó por ella varias veces y la información que le dieron siempre fue decepcionante. Al final no había podido viajar al país que la vio nacer como hija de la inmigración. Del sueño de Australia a la dura realidad de la caja registradora del Mercadona del barrio. Alberto sabía que la ley del mérito es una estafa, pero esta convicción no lo consolaba frente a la opinión generalizada de que cada uno tiene lo que se merece. Patricia nunca tuvo muchas oportunidades. Cuando naces pobre acabas por resignarte ante el inexorable paso del tiempo. Cada año que pasa, el sueño australiano quedaba un poco más lejos frente a las obligaciones que imponía la hipoteca. Al menos había podido comprar el piso donde ella y su madre habían vivido en régimen de alquiler.
No había vuelto a ver a Patricia desde entonces y no le gustó volver a verla de esa manera. Alberto esperaba frente al mostrador vacío de una tienda de móviles cuando un sonido lo sobresaltó. Hasta entonces era uno de esos sueños inocentes que tenemos en mitad de la noche y que no nos alteran demasiado. Pero cuando la silla de ruedas chocó contra el mostrador quedó claro que aquello era una pesadilla. Ella le sonrió y él pudo disfrutar de nuevo de la visión de su dentadura blanca y perfecta. Patricia continuaba tan joven y bella como Alberto la recordaba, sólo que esta vez algún terrible accidente parecía haberla dejado atada a una silla de ruedas.
-No estoy atada -contestó ella, capaz aparentemente de leer sus pensamientos-, puedo mover la parte superior del cuerpo, ¿ves?
Y entonces se despertó. Alberto miró el reloj de la mesita de noche y refunfuñó algo al comprobar que sólo eran las cinco de la mañana. Sabía que no podría volver a conciliar el sueño así que se levantó de la cama y encendió el medio cigarrillo de marihuna que siempre dejaba en el cenicero antes de ir a dormir. No necesitaba muchas horas para conseguir un descanso reparador, pero le molestaba despertarse de esa manera. De repente recordó la pesadilla que acababa de tener y pensó en Patricia. ¿Había tenido un simple sueño o una precognición?

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